miércoles, 12 de agosto de 2015

Adopción


Era un manzano encorvado con las ramas hasta el suelo. Los niños podían bajar y subir en él cada que les daba la gana, sin riesgo de lastimarse. Los sentía colgarse, columpiarse. Así todos eran felices. A causa de un extraño designio, aquellos bárbaros eran su único fruto.

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