viernes, 9 de enero de 2015

No me amenaces


—¿Por qué lo golpean? ¡No se resiste!
—Mire, don, mejor no se meta.
Sostenido firmemente de los sobacos y del cinto por dos policías, el detenido levanta el rostro abotagado para ver quién lo defiende; en sus ojos, cerrados a puñetazos, solo hay oscuridad.
—Vámonos —ordena el jefe de los uniformados. Al pasar junto a papá, baja la voz—: ¿No entiende verdad? Más le valiera no meterse en donde no lo llaman.
—No es de hombres ensañarse con los indefensos.
—Ya nos veremos…
Papá regresa a mi lado y me estrecha con sus manos recias, todavía temblorosas.
—No llores. Recuerda que nunca debes permitir la injusticia.

Ayer enterramos a papá. En el pueblo, todos saben quién lo mató pero no hay testigos. No permitiré esta injusticia.


José Manuel Ortiz Soto, Cuatro caminos, BUAP, 2014.

2 comentarios:

Yashira dijo...

Qué duro!! Y qué mal sabor puede dejar la injusticia cuando además se ensaña en los más indefensos.

Un abrazo.

josé manuel ortiz soto dijo...

Yashira: la injusticia siempre lo será.

Un abrazo.