viernes, 30 de diciembre de 2011

Vagabundos



No supe en qué momento comenzó a caminar detrás de mí, pero al buscar la llave para abrir el zaguán, ahí estaba. Su mirada era de reproche.
—¿Por qué tienes una casa? —me dijo.
—Porque debo vivir en algún lado —respondí, como si charlar con un perro fuera lo más normal del mundo.
—¡Es una lástima! Por un rato tuve la esperanza de haber encontrado a un amigo de calles —musitó y se alejó por la avenida, sin darme tiempo a comprender nada.

Imagen tomada de la red.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Pesadilla


Despertó inconsolable: había soñado que aquella mujer era su madre.


Imagen tomada de la red.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sacrificios


En un último intento por revertir la densa oscuridad, el supremo sacerdote se clava el cuchillo en el pecho. Un rayo de luz asoma a sus ojos moribundos.


Imagen tomada de la red.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Relojes


El reloj perfecto es aquel que te da el tiempo que tú necesitas.

—0—

“Lleve reloj para todas sus necesidades”.

—0—

El vendedor de relojes piensa que te sobre el tiempo. O que no tienes.

—0—

Miro el reloj: 06:25 A. M. de ayer. Estoy a tiempo de llegar al trabajo antes que el jefe y evitar que me reclame y yo pierda la cabeza y él caiga por las escaleras…

—0—

El tiempo enloqueció dentro del reloj. De pronto soy un anciano decrépito, luego un niño de pecho o una mujer acusada de… Ahora soy Dios y rompo el reloj para siempre.

Imagen de Salvador Dalí: La persistencia del tiempo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Caridad


Andaba solo por la vida causando lástimas. Me tenté el corazón y lo maté.

Imagen tomada de la red.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Tormenta interior


Dibujé sobre su pubis desnudo un caracol. El mar, imponente, bramaba entre sus muslos.
Solo quedaron restos del naufragio.

Imagen tomada de la red.

viernes, 14 de octubre de 2011

Otra historia de gatos


Los gatitos se veían entre sí, impacientes, hasta que el viejo gato cuentacuentos terminó de lamerse los bigotes.
—La historia de hoy trata de cómo el gato flautista de Hamelín acabó con la epidemia de ratas. Pongan atención, chiquillos, para que luego no los engañen con esa otra versión que cuentan por ahí.

Imagen tomada de la red.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Entre el precipicio y el grito


Se siente caer envuelto en una luz amarillenta y temblorosa; es una piedra que el precipicio acepta sin reparos, el silencio mismo que no cabe en la extensión del grito. Ahora, para poder despertar, es imperioso que el vacío se desborde sobre el precipicio, que el grito, saciado de silencio, estalle.

Cuando vuelve en sí, recostado sobre el asfalto, reconoce que solo ha sido una vulgar lipotimia.

Imagen tomada de la red.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Divertimento


Tenía el universo al alcance de su mano y apagó algunas estrellas.

Años luz más adelante, en la Tierra, los astrónomos no consiguen explicar un extraño fenómeno al que llaman Apagón Estelar.

Dios, sólo sonríe.

Imagen tomada de la red.

jueves, 25 de agosto de 2011

Departamento de carnes


“Sólo carne de primera, no tenemos ni pies ni cabeza", estaba escrito en una cartulina.

Imagen tomada del FB de Pedro José Delgado: Charla con expertos.

jueves, 11 de agosto de 2011

Buena memoria


Esta mañana al rasurarme no me encontré en el espejo. La reacción lógica esperada habría sido gritar, llorar, maldecir… pero recordé que hace mucho ―desde que desconfío de mis visiones― me saqué los ojos.

Imagen tomada de la red.

miércoles, 27 de julio de 2011

Historia de familia


Mi cuñado es una gallina, se levanta oscura la mañana y cloquea por la casa: “¡Arriba, flojos, es hora de levantarse!” Cuando el sol se pone, comienza a cabecear y cualquier lugar es su cama. Si tenemos planeado viajar a un sitio distante, calculamos nuestros tiempos, pues generalmente es don gallina quien maneja. Sin embargo, anticipando algún imprevisto, antes de salir se toma un café exprés doble.

Aunque para la mayoría de la gente somos una familia un poco extraña (mi hermana mayor es un ratón, la mediana un cochino y yo una vaquita con un novio lagarto), viajar juntos nos divierte mucho.

minificciones.com.ar primera mención Julio 2011.

domingo, 17 de julio de 2011

Conclusiones


Saqué una latita de sardinas y se la ofrecí. El mendigo la miró con repulsión, como si fueran restos de comida de la semana. Hubiera querido penetrar sus ojos grises y mirar adentro, confrontarlo… pero dio la vuelta y echó a andar, llevándose consigo el desprecio que sentía por un pobre tipo que ―seguramente por economía― le privaba de un bocado de atún.

Imagen tomada de la red.

sábado, 2 de julio de 2011

Con el andar del tiempo


De nada le sirvió estudiar con los mejores alquimistas: siempre se quedó a un paso de transmutar su estupidez en inteligencia.

Imagen tomada de la red.

lunes, 20 de junio de 2011

Nerón


Ni la luminosidad de Roma ardiendo arrancó de sus ojos las sombras ni de su corazón el miedo.

Imagen tomada de la red.

jueves, 9 de junio de 2011

Experiencia


Lo vio venir a toda velocidad conduciendo el balón con su habitual maestría. Sabía de su capacidad para driblar y, de izquierda o derecha, disparar al marco. Apretó los dientes y fijó la vista en la pelota, luego se barrió. El sonido de huesos rotos y el quejido lastimero del atacante retorciéndose de dolor, siempre fue la parte más difícil de su particular esquema defensivo. Mientras veía asomar la enésima tarjeta roja en su carrera, se disculpó.

Imagen tomada de la red.

miércoles, 1 de junio de 2011

Reconocimientos


Con el corazón desbocado, Laura sonríe satisfecha; le mesa el pelo a su marido. Después de tantos años de vida conyugal, todavía no sabe de qué otra forma agradecer su empeño en la intimidad. Hoy fue el carnicero de la esquina quien la llevó al orgasmo.

Imagen tomada de la red.

lunes, 23 de mayo de 2011

Maldición de Pinocho


A cada mentira enunciada, le crecían las verdades como ramas y al anochecer venían los pájaros y lo cagaban y lo picoteaban. Por eso siempre decía la verdad, aunque luego nadie le creyera.


Imagen de Ana Alas: Abuela Pinocho.

sábado, 14 de mayo de 2011

Designio


Una vez señalado por su dedo, Luzbella dejó de ser el ángel que creía.


Imagen tomada de la red.

martes, 3 de mayo de 2011

Toni y Gaby


Hoy desperté con la noticia del fallecimiento de mi prima Toni y de su esposo Gaby. Es un golpe muy fuerte; un doble golpe. Toni era mi prima hermana, vivíamos cerca, y al ser de mi misma edad, compartimos muchos momento, juegos y peleas de niños. La imagen más lejana que tengo de ella es la de una niñita alzando a un gatote negro; tendríamos tres o cuatro años; a lo mejor fue una foto. Cuando terminó su carrera, fue mi dentista; era muy buena en su trabajo y sus pacientes la querían. Gaby y yo fuimos juntos a la escuela primaria Niños Héroes de México: estuvimos en el mismo grupo durante cuatro años; después de clases nos veíamos poco, porque ayudaba a su papá en la granja; alguna vez nos liábamos a golpes, pero al rato volvíamos a ser los mismos amigos de siempre; como veterinario lo consulté sobre cuestiones de mi perro.

Cuando Toni y Gaby comenzaron de novios fui cómplice de su relación; eran tiempos en el pueblo en que los papás no consentían tan fácilmente que sus hijos adolescentes “noviaran”. Pero como Gaby era trabajador y buen chico, mis tíos pronto lo aceptaron. Pasó el tiempo y nos volvimos adultos; ellos se casaron, tuvieron dos hijas, y nos veíamos ocasionalmente, pero siempre con el cariño y afecto de los viejos tiempos compartidos. La última vez que los vi fue en enero de este año, en el funeral de mi tío José. Con Toni platiqué poco, ya que estaba convaleciente; con Gaby charlé un poco más, pues nos permitió a Fabián y a mí guardar el coche en su casa. Nos invitó a quedarnos otro rato con su familia y mis primos García, que estaban ahí, pero el ánimo del momento no era tan bueno y nos retiramos. Al día siguiente mi tía Rosa Elba convertida en agente de ventas, me pidió que les dedicara mi libro Ángeles de barro. Así lo hice. Antes de volver a la Ciudad de México me despedí de Gaby como siempre: con un abrazo y con la promesa de vernos pronto. Pero ya no fue posible: me acaban de avisar que en la madrugada tuvieron un accidente automovilístico y fallecieron; habían salido a visitar a un animal enfermo y los chocaron. Así de extraño es el destino. Va un abrazo de apoyo para mis sobrinas y mis mejores recuerdos para mis primos Toni y Gaby, buenos profesionistas, buenos hijos y mejores padres; para sus familias, resignación.

domingo, 1 de mayo de 2011

La manzana de Cézanne


I Un día cualquiera en el Paraíso

Apardada de la formción, una hormiga arrastraba con dificultad una enorme hoja de parra. Al pasar debajo del árbol del fruto prohibido, cayó de éste una manzana. Eva se apuró a levantarla, la limpió contra su muslo desnudo y, sonriente, se la ofreció.
―¡Un momento! ―exclamó Adán, apareciendo en escena―. ¿No se supone que debería de ser yo el protagonista de la historia?


II El tiempo se detiene

Enrollada en una rama del manzano, la serpiente saca la lengua y atrapa algunos mosquitos que tuvieron la mala fortuna de pasar por ahí. A unos cuantos pasos de ahí, Dios medita asuntos propios del Creador. Como aquel relacionado con un tal Isaac Newton y su Ley de la gravitación universal, que tendrá lugar en un hipotético siglo XVII, después de Cristo.


III Tentaciones

Entre los dedos de la mujer, la manzana se veía enorme. ¡Seguramente alcanza para alimentar a toda la colonia!, pensaba la hormiga, mientras calculaba su fuerza. ¡Lástima que pese tanto y sólo deba conformarme con su aroma!
La serpiente dijo, yo no quiero; Dios, yo tampoco; Newton continuaba empantanado con sus estudios y no apetecía una manzana.


IV Recomponiendo la historia

Quizás debería volver más tarde con ayuda, se dijo la hormiga.
Inteligente razonamiento, pensó Dios.
La serpiente no dijo nada, pero su conciencia descansó.
Eva, que no estaba ya para cumplir caprichos, consideró el hecho de aplastar al insecto, pero prefirió morder la manzana y compartirla con Adán, que, como bien sabía, era un tragón.
Por primera vez Dios y la serpiente estuvieron de acuerdo.
Newton, que en los planes de Dios era apenas un mal presentimiento, decidió esperar para dar a conocer su famosa Ley.


V Un fresco en la Capilla Sixtina

Aunque le agradaba la idea de pintar aquel pasaje bíblico, Paul Cezanne lo consideró: bastantes problemas tenía ya con su padre y su amigo Emile Zola como para enemistarse también con la Iglesia. Pero podría utilizar aquella fruta harto corriente para pintar algunos bodegones: con ellos conquistaría París.

Imagen Paul Cézanne: Bodegón con manzanas y taza.

miércoles, 20 de abril de 2011

Falso testigo (micronovela)



I La aprehensión

Cuando llegué a casa, ahí estaba la policía.
―Queda detenido por el asesinato de Pedro Antonio Pando ―espetó el agente al mando mientras un grupo de hombres armados me rodeaba. Era una escena tan de película gringa que cualquier intento de respuesta habría sido un crimen. Esposado, vituperado por quienes hasta hoy habían sido vecinos cordiales, fui empujado al interior de una patrulla.
―Debe haber un error, oficial, no tengo idea por qué se me acusa.
―¿Ya oíste, pareja?―. ¡Ahora resulta que es un pinche santo!
―¡Lo juro!
―Pues dícelo al ministerio público, y deja ya de estar chillando ―terció el tipo al volante.
―Aunque de nada va a servir: tenemos un testigo.

II Testigo de la nada

El testigo dijo que vio salir de casa del finado a un hombre con la ropa ensangrentada.
―¿Está aquí en este momento? ―preguntó el agente del Ministerio Público.
―Sí ―ratificó, señalándome.
―Que conste en actas.
Las cosas continuaron mal.
―Mi clienta solicita el divorcio; no puede cohabitar con un criminal ―demandó el abogado de mi mujer.
Casados por bienes mancomunados, al menos me correspondía la mitad de todas nuestras posesiones. Bueno, eso era lo que yo creía.

III Como en un laberinto

Tras un largo juicio que se prolongó tres años y medio, quedé en libertad por falta de elementos. "A nombre del Pueblo, le ofrezco una disculpa por las molestias causadas. Puede irse".
No ha venido nadie a recibirme. Me adentro en la ciudad como en un laberinto que parece eterno. Después de caminar sin rumbo todo el día me siento cansado, pero antes de marcharme de aquí debo hacer dos visitas. Detengo un taxi.

IV Primera visita

Parece que la reclusión ha reblandecido mi carácter. "Te has vuelto sentimental", me digo al observar la que fuera mi casa y esperar que de un momento a otro asome mi ex mujer… Pero no sucederá, antes de la firma del divorcio vendió todo y desapareció. “Así son las viejas, se llenan los bolsillos a costa tuya y después te mandan a la chingada”, me dijo en prisión un convicto que asesinó a tres de sus cinco esposas. Quizás, sólo que en mi caso el dinero siempre fue suyo, ¿qué podría reclamarle?

V Segunda visita

El Pinto abrió la puerta.
―Te esperaba desde temprano.
―No hay plazo que no se cumpla, dice el dicho y dice bien. Aquí me tienes.
―Tengo algo para que te animes ―el Pinto abrió una maleta llena de dinero.
―¿Y mi mujer? Perdón, mi ex mujer…
Una sonrisa maliciosa asomó al rostro del Pinto.
―Dicen que se deshizo de todas sus cosas y se fugó con su abogado, dejándote en la ruina. Desde entonces, nadie ha vuelto a saber de ellos. Y yo menos.
―Que Dios los tenga en su Santa Gloria y se apiade de sus pecados… ―cerró la maleta y apuró el resto de cerveza. Con el dinero ganado en este último negocio podrían retirarse tranquilamente―. No más muertos ni testigos falsos, Pintito, no más.

Imagen tomada de la red.

lunes, 11 de abril de 2011

El nombre del diablo


Si tuviera que poner un nombre al diablo, sería Guillermo, como aquel chiquillo tartamudo que nos quitaba el dinero a los niños de la cuadra. O Memo, el gordo de la secundaria, que ante la menor sonrisa o comentario sobre obesos, te surtía a patadas. Han pasado por mi vida otros Guillermos que mi subconsciente se empeña en olvidar, pero las cicatrices en mi cara traen a la memoria cada vez que estoy frente a un espejo.
Mientras me decido a entrar, vuelvo a leer la credencial que encontré junto a la puerta: G. Santos de la Peña, dice al lado de la fotografía de un tipo de rostro adusto y mirada penetrante, ceja poblada y puntiaguda, imponente... Sé que son muchos los nombres que comienzan con la letra G, también que predominan los Gabrieles, Guadalupes y… ¡los Guillermos! Me estremezco, los recuerdos de infancia y juventud están de vuelta; me sudan las manos; se me doblan las corvas...
De vuelta la calle me siento más tranquilo; vagaré por ahí un par de horas… pero al rato que regrese del trabajo a la misma hora de siempre, le preguntaré a mi esposa cómo se llama el hijo de puta que tiene por amante.

Imagen toda de la red.

miércoles, 30 de marzo de 2011

A las carreras


Hace mucho que no corro maratón por considerarlo, a estas alturas, una chinga innecesaria. Diez… veinte kilómetros, se han vuelto mi especialidad. Corredores pasan a mi lado y los veo alejarse; los de categoría elite ya deben estar cruzando la meta. Siento sobre mí la mirada de la gente; quizá espera que arrase como en otros tiempos, pero ya no es lo mismo. Eso me incomoda. Busco al frente un niño, una mujer… cualquier espécimen que me reivindique. Hay muchos que sólo caminan, pero resultaría humillante considerarlos competidores. Entonces veo a un señor de playera amarilla: sesenta y nueve años a lo mucho, no muy rápido…  Acelero; siente mi presencia en su espalda e incrementa el ritmo de carrera. Así seguimos por casi tres kilómetros; estoy por olvidarme de él, cuando ―¡al fin!― lo veo llevarse las manos al pecho… Bueno, creo que aún tengo una oportunidad.

Imagen tomada de la red.

jueves, 17 de marzo de 2011

Vivir para contarlo


―El final no me convence. Busca otro ―dijo P.
Aquel juego, que en un principio le pareció harto gracioso, había llegado a un límite que A no estaba dispuesto a permitir.
―¡Si no te parece, hazlo tú, chingada madre! ―estalló.
En lugar de amedrentarse (como A esperaba), P. tomó su sitio ante la computadora y comenzó a teclear.
―No me gusta que estés aquí pegado… ―señaló la cafetera, el periódico del día, un paquete de cigarros junto al cenicero rebosado.
A cada palabra que P. escribía en la pantalla, la desolación de A era más profunda. Al cabo de un rato lo escuchó decir:
―Aquí tienes, lee:
―“… cuando el personaje protagónico (al que llamaremos Pierre) exigió al autor hacer valer sus derechos, éste supo que no podía seguir así y, en un acto de valor y amor propio incuestionables, se pegó un tiro en la cabeza. Hoy sus detractores justifican su suicidio pues aseguran que no tenía más que decir…”

Imagen tomada de la red.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La voz


Dueña de un cuerpo tentador ―adonde iba levantaba comentarios―, nunca le importaron las lecciones de solfeo. Hoy desafina en locales de mala nota.

Imagen tomada de la red.

lunes, 28 de febrero de 2011

Laberinto


A punto de ser devorado por la jauría de perros, desperté. Pero fue sólo para darme cuenta que en mi ausencia, ante las constantes quejas de los inquilinos ―yo incluido―, la casera había contratado los servicios de un exterminador de plagas.

Imagen de Stephanie Smith: Acteon and Diana.

sábado, 19 de febrero de 2011

Bajo las sábanas


Con la llegada de la joven y bella sirvienta, supe que mi primera vez sexual era cuestión de tiempo. Un mero formalismo, a decir de mis amigos. Oculto bajo un sueño falso, cada mañana esperaba con ansia el ir y venir de su culo gordo por la habitación; la blancura carnosa de sus muslos, el enigma por descifrar bajo las bragas translúcidas.
Un día, sin embargo, la muchacha no volvió. Al cuestionar al respecto a mi madre, dijo:
―La muy bruta no sabía lavar, ¡ve nomás cómo están de percudidas y agujeradas las sábanas! ¡Que dé gracias que no la demandé!
De aquella malograda aventura sexual, mi hermano Franco y yo aprendimos a lavar la ropa y a tender solos nuestras camas.

Imagent tomada de la red.

miércoles, 9 de febrero de 2011

En la ópera


Aún no se apagaban los últimos acordes de la orquesta y el auditorio, eufórico, prorrumpió en vivas y aplausos.
―¡Es un ángel! ―exclamó la Presidenta del Patronato de Damas Cultas por la Música.
―Es medio pescado ―afirmó tras bambalinas el gato, relamiéndose los bigotes.

Imagen tomada de la red.

jueves, 3 de febrero de 2011

Poner el alma en el juego


Cuando el Gacela se aisló por la banda izquierda, el León no dudó y fue tras él. Le cerró el paso en el córner, y aquel respondió con uno, dos, tres requiebres dignos de un acróbata chino. Se perfiló hacia la meta, pero el felino anticipó la finta y le asestó un par de golpes, derribándolo...

Ante la rechifla general, el León se encogió de hombros: nunca le quedó muy claro en qué consistía eso de jugar al fútbol.

Imagen tomada de la red.

viernes, 21 de enero de 2011

La foto del recuerdo



—¿Tú eres Santa? —preguntó el chiquillo sentado en las piernas del hombre regordete.
—La verdad, no. A mí me pagan por estar aquí fingiendo.
—Lo sabía. No por nada soy el Niño Dios.

Imagen tomada de la red.

viernes, 14 de enero de 2011

Semblanza: Dr. José C. Soto C.


Hoy no quiero escribir un poema ni un cuento, sino hacer la semblanza de una persona a la quiero mucho y de quien heredé el gusto por la medicina y la pasión por las artes. Me refiero al Dr. José C. Soto C.: tío, padre, padrino, maestro, hombre inteligente y, pero sobre todo, gran amigo. A él dediqué Ángeles de barro, libro de poemas que mi hija Ireri le entregó hace poco menos de quince días (me habría gustado hacerlo personalmente, ¡pero de él aprendí también esa obsesiva responsabilidad por el trabajo!).

Mi tío José realizó gran parte de sus estudios en un seminario franciscano en la ciudad de Celaya y Querétaro. Siendo apenas un chiquillo dirigía ya la revista del colegio, donde escribía artículos y poemas; y en ausencia del director del coro, no dudaba en tomar la batuta y dirigir a sus compañeros. Allí aprendió latín, francés e inglés, así como a ejecutar un poco el piano y el acordeón. Dada su capacidad intelectual y académica, en el ámbito monástico se hacían planes para que, en el futuro, continuara su preparación en el Vaticano. Pero Carmelo ―como era conocido― tenía sus propios proyectos y antes del término del noviciado anunció a sus superiores su intención de no renovar sus votos y decir adiós a la vida eclesiástica. En represalia, fue “degradado” a realizar trabajos “indignos” hasta el término del año académico. Sin embargo, lo más terrible fue volver al mundo sin certificado de estudios de secundaria y preparatoria. Se inscribió como alumno en la única escuela secundaria del pueblo, pero impartía clases de inglés. Trabajó un tiempo como agente del ministerio público, pero no estaba dispuesto a pasar el resto de su vida en una oficina como burócrata; se armó de valor y, en compañía de algunos amigos y del poco dinero ahorrado, se vino a la Ciudad de México a continuar su preparación. Sin cartas de recomendación, sin conocer a nadie, traspasó la seguridad del Banco Nacional de México y se metió hasta las oficinas de un alto ejecutivos quien, tras comprobar que el joven ante él no buscaba otra cosa que un empleo, llamó severamente la atención a su jefe de vigilancia y ofreció al desconocido un puesto como cajero. (Aún sonríe al recordar la anécdota.) Como si trabajar y estudiar no fuera suficiente, se dio espacio para comandar a un grupo de jóvenes aventureros (Estudiantes Jerecuarenses Unidos, EJU) para crear un periódico cultural que repartían anónimamente en su pueblo natal. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde obtuvo uno de los promedios más altos de su generación. Durante este tiempo y por muchos años, conformó con varios miembros de la familia Soto Carrillo un grupo (“El clan”) encargado de becar a los mejores estudiantes dentro de la familia para que siguieran sus estudios en la Capital. Al terminar la licenciatura se casó con Clemencia Hernández ―su novia de siempre―, y se especializó en Gastroenterología en el Centro Médico Nacional del IMSS. Le fue ofrecida una beca para seguir su especialización en Estados Unidos, pero el amor por sus dos hijas, entonces muy pequeñas, y sus “becarios”, lo hicieron rechazarla. Decidió regresar a Jerécuaro, Guanajuato y dedicarse a la práctica médica privada. Desde entonces han pasado aproximadamente 32 años…

Tío: échale ganas, tu esposa Clemencia; tus hijos Pat, Aidi, Gabriel, Citlali y Alejandra; tus nietos; tus hijos adoptivos (sobrinos) y hermanos, esperamos tu recuperación. Yo no puedo dejar pasar la oportunidad de agradecerte los dos poemas que me dedicaste, luego de más de cuarenta años de haber abandonado la poesía; te esperamos, aún hay muchas cosas por platicar,


Manolo.





martes, 11 de enero de 2011

martes, 4 de enero de 2011

Otra oportunidad



La vio venir hacia ella y se puso de pie.
—¡Por Dios! —exclamaron a su alrededor.
—Me marcho —advirtió.
—¡Pero tú no puedes caminar! —reconvino una voz en la que creyó reconocer a su hija mayor.
Ya no respondió; tal vez la muerte era otra oportunidad de seguir viviendo.

Imagen tomada de la red.